viernes, 25 de septiembre de 2015

"Una de las enfermedades de la literatura argentina es Borges"



Los editores Juan Ignacio Boido y Constantino Bértolo participaron de la “Conferencia Editorial” donde hablaron sobre el mercado de la literatura y los cambios en el rol del editor. Bértolo, por su parte, le dio una mirada marxista al proceso editorial. El encuentro se realizó ayer en el Centro Metropolitano de Diseño, con alrededor de cien personas.
  
     Dos generaciones de editores. Boido, que además es periodista y trabaja en Penguin Random House, se acomodó en su lugar con un libro. Vestía una camisa que solo mostraba sus bordes porque el resto estaba tapado por un pulover liso color negro. Su pelo rubio, corto, estaba peinado hacia atrás dejando al descubierto su rostro. Boido tiene 40 años.
     En el asiento izquierdo se sentó Bértolo, nacido en España, es editor, escritor y crítico literario, aunque está jubilado. Se vistió de traje color marrón que combinaba con sus zapatos. Sus anteojos eran redondos, pequeños y se caían hacia el puente de su nariz si hacía algún movimiento brusco. Su cabeza estaba cubierta de canas con un peinado impecable de costado. Bértolo tiene 69 años. Para la ocasión se tomó muy en serio su trabajo, porque editores y escritores como Borges no zafaron de ser criticados.
     El organizador del evento fue el primero en tomar la palabra para presentar a ambos personajes. 
Luego de que el editor argentino agradeciera la invitación, comenzó la charla. Entre sus manos tenía uno de los libros escritos por Constantino que, según él, tiene una mirada marxista sobre el cambio en el rol del editor. Más tarde, fue el turno de que el español se presentara. Y aclaró cualquier duda sobre su nacionalidad, ya que sus palabras fueron teñidas con ese tono tan particular de Galicia, su lugar de origen.
 
-Tuve un sueldo bastante decente, aunque en realidad nunca te pagan lo suficiente-, afirmó Constantino mientras se acomodaba sus lentes que de a poco se le caían.
-Vieron por qué les dije que era marxista, plusvalía-, lo interrumpió Juan Ignacio dirigiéndose al público, quienes tímidamente dejaron escuchar algunas risas a penas audibles. El anciano, con una mueca que parecía ser una sonrisa, retomó la charla:
 -Hablar de trabajo digno me parece una utopía, o un fraude en un sistema como este. Quién dependa de alguien para tener el derecho a trabajar me parece insoportable y de hecho todos lo soportamos, eso es uno de los misterios de la vida- aseguró el experimentado escritor.
     En un principio la charla se centró en el trabajo de Constantino como editor y las transformaciones que fue sufriendo: “Yo llegué a la editorial creyendo que el editor era, por decirlo así, el que manejaba toda la orquesta. Con el tiempo descubrí que no es así. Los comerciales son los que te dicen, si te has equivocado o no te has equivocado. Yo creo que uno no tiene que hacerles caso y olvidarse de ellos porque si no, no se convierte en un editor sino en un vende libros que es en lo que el gremio se está convirtiendo. Me parece que globalmente el mundo de la edición está siendo dominado por lo que denominaríamos la fuerza del mercado" expresó el gallego y preguntó: "¿Quién crea la necesidad de leer?”. En ese momento el auditorio se quedó en completo silencio durante algunos segundos, ni Juan Ignacio, que actualmente trabaja como editor, fue capaz de responderle. “Si nos preguntamos cómo he llegado yo a este libro, pues descubriríamos de pronto cómo funciona realmente el campo y la editorial”, agregó Bértolo.
     Constantino tenía muy claro lo que decía. Tuvo pocas interrupciones por parte de su compañero y hacía chistes cada vez que podía, obteniendo una risa general por parte del público. Sus bromas tenían que ver con cosas que no le gustaban del entorno editorial. “Un editor que tiene que leer un libro para decidir si lo publica o no, pues es un editor fracasado. Por eso el trabajo editorial es no leer, es decir, saber qué es lo que no se tiene que leer”, disparó el hombre.
     Al final de la conferencia el clima en el público cambió. El joven editor le preguntó acerca de los escritores a lo que el histórico editor respondió: “Visto desde afuera yo digo que una de las enfermedades de la literatura argentina es Borges. Al igual que la literatura española que ha sufrido durante años la presencia del Quijote” y más tarde detalló: “porque Borges se constituyó en un principio en lo que se llama escribir bien, escribir tampoco creo que sea una gran valor hoy día. Y me ha llamado la atención que autores como por ejemplo Ayra, que en realidad lo que practica es una mala escritura, le va bien. Esto rompe un poco con la idea de un genio que escribe”. Con esto, no se escucharon más risas. El público aplaudió luego de dar por finalizada la conferencia.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Un libro por un kilo de pan



“El libro es una conspiración por la libertad” es el título que eligió el editor de Imprenta Rescate, Leandro Jacobo, para su obra que intercambió por una bolsa de pan, en el marco de la segunda Edición de Asalto Editorial, donde editores independientes se hicieron presentes en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires para presentar su producción literaria contemporánea, el pasado sábado 29 de agosto.
     El encuentro comenzó a las tres de la tarde del sábado. Leandro llegó al salón con un puñado de libros bajo el brazo, que acomodó hábilmente en una mesa preparada para la ocasión, mientras los invitados, a pesar de que estaba prohibido ingresar con mochilas, se acercaban con bolsos llenos de pan. La sala llamativamente blanca, estaba decorada con pancartas fabricadas artesanalmente, con dibujos pintados de colores llamativos.  Impuntuales, como suelen ser los jóvenes, de a poco llegaron y se acomodaron en sus asientos.
      A las 15:15 de la tarde, el editor comenzó su discurso, que prometía ser más que interesante, ya que se trataba de un tema que nos interesa a todos los lectores: el precio del libro.. Mientras el anfitrión del encuentro recorría con tranquilidad el pequeño espacio libre detrás de una mesa en la que se exhibían libros producidos por él, recalcó la importancia de la emancipación del lector a la hora de elegir qué leer y explicó cómo surgió la idea de realizar libros e intercambiarlos por un alimento: “pienso lo voy a hacer, 100 libros que hablen de libros muy sintéticamente”. De esta manera recordó a Boris Spivacow, que fue un gran editor argentino, gerente general de Eudeba, que tenía esa idea de que un libro valiera lo mismo que un kilo de pan. Esta iniciativa se logró en Argentina  en el año 1964 pero  fue modificada por la presidencia de Ongania. ¿Se imaginan comprar un libro por sólo $25?

     “Poner un kilo de pan al mismo valor que un libro es decir que el ser humano además de alimentarse materialmente, decidió alimentarse espiritualmente, estas y otras ideas fueron destruidas por los procesos militares en América” explicó Jacobo a una audiencia más que atenta y en silencio.
Más tarde, al finalizar el encuentro, el hombre enfatizó sobre el lugar de editor independiente y agregó: “independientes por ejemplo, de Random House, Book y todo el choclo de grupos económicos que imprimen libros, porque tienen pasta y al mismo tiempo venden armas”. Estos  grupos editoriales que nombró venden muchos libros en nuestro país y en el resto de América, y están destinados a los jóvenes que los hacen exitosos. En su mayoría son de autores estadounidenses.
     Luego de los aplausos y saludos al editor, cada persona pudo intercambiar un libro por un kilo de pan. Al preguntarle sobre cómo vive él la competencia con las demás editoriales, el hombre respondió: “No creo en la competencia porque me parece que juntos somos mucho más que separados, por eso yo trabajo con absoluta libertad y trabajo con autores que como diría Capusotto no solo piensen en conseguir minitas o chabones.”
     Los encuentros, que fueron realizados los días 28, 29 y 30 en el museo, contaron con muchos invitados que se acercaron a las charlas, talleres de encuadernación y lecturas de textos.

Opinión

Creo que en nuestro país hacen falta políticas que ayuden a los lectores con pocos recursos económicos. Si bien, como expresa este editor independiente, creo que nosotros también tenemos la culpa de que los precios se vayan por los aires, porque a pesar de todo vamos y los pagamos.
Muchas veces no nos ponemos a reflexionar ¿Por qué un libro cuesta tanto dinero? Si les preguntara a ustedes quizás algunas de las respuestas más frecuentes serían porque cuestan hacerlos, porque hay mucho trabajo de cada escritor, editor. Por la calidad de impresión, por la tapa, por la textura, etc. Sin embargo creo que lo más importante de un libro es su contenido y no su envase. Seguro existen cientos de formas de hacerlos de forma más baratas, como lo hacen estas editoriales independientes, donde una, que se llama Eloísa cartonera, hace las tapas de los libros con cartón.
Esta reflexión no es para que dejemos de leer libros o compremos menos. Por desgracia la ley de la oferta y la demanda va a hacer que cuantos más libros se vendan, más caros estén pero esto no significa que nos alejemos de la lectura ni mucho menos. Esta reflexión es para que nos pongamos a pensar que además de esas editoriales importantes como Océano, Book o Alfaguara (que son los que recuerdo como más conocidos) existen otras, que trabajan de otra manera y apuestan porque el día de mañana volvamos a comprar un libro al mismo precio que un kilo de pan.