Los editores Juan Ignacio
Boido y Constantino Bértolo participaron de la “Conferencia Editorial” donde
hablaron sobre el mercado de la literatura y los cambios en el rol del editor. Bértolo, por su parte, le dio una mirada marxista al proceso editorial. El encuentro se realizó ayer en el
Centro Metropolitano de Diseño, con alrededor de cien personas.
Dos generaciones de editores. Boido, que además es periodista y trabaja en Penguin Random House, se acomodó en su lugar con un libro. Vestía una camisa que solo mostraba sus bordes porque el resto estaba tapado por un pulover liso color negro. Su pelo rubio, corto, estaba peinado hacia atrás dejando al descubierto su rostro. Boido tiene 40 años.
Dos generaciones de editores. Boido, que además es periodista y trabaja en Penguin Random House, se acomodó en su lugar con un libro. Vestía una camisa que solo mostraba sus bordes porque el resto estaba tapado por un pulover liso color negro. Su pelo rubio, corto, estaba peinado hacia atrás dejando al descubierto su rostro. Boido tiene 40 años.
En el asiento izquierdo
se sentó Bértolo, nacido en España, es editor, escritor y crítico literario, aunque
está jubilado. Se vistió de traje color marrón que combinaba con sus zapatos.
Sus anteojos eran redondos, pequeños y se caían hacia el puente de su nariz si
hacía algún movimiento brusco. Su cabeza estaba cubierta de canas con un
peinado impecable de costado. Bértolo tiene 69 años. Para la ocasión se tomó muy
en serio su trabajo, porque editores y escritores como Borges no zafaron de ser criticados.
El organizador del evento fue el primero en tomar la palabra para presentar a ambos personajes.
Luego de que el editor argentino agradeciera la invitación, comenzó la charla. Entre sus manos tenía uno de los libros escritos por Constantino que, según él, tiene una mirada marxista sobre el cambio en el rol del editor. Más tarde, fue el turno de que el español se presentara. Y aclaró cualquier duda sobre su nacionalidad, ya que sus palabras fueron teñidas con ese tono tan particular de Galicia, su lugar de origen.
El organizador del evento fue el primero en tomar la palabra para presentar a ambos personajes.
Luego de que el editor argentino agradeciera la invitación, comenzó la charla. Entre sus manos tenía uno de los libros escritos por Constantino que, según él, tiene una mirada marxista sobre el cambio en el rol del editor. Más tarde, fue el turno de que el español se presentara. Y aclaró cualquier duda sobre su nacionalidad, ya que sus palabras fueron teñidas con ese tono tan particular de Galicia, su lugar de origen.
-Tuve un sueldo bastante decente, aunque en realidad nunca te pagan lo suficiente-, afirmó Constantino mientras se acomodaba sus lentes que de a poco se le caían.
-Vieron por qué les dije
que era marxista, plusvalía-, lo interrumpió Juan Ignacio dirigiéndose al
público, quienes tímidamente dejaron escuchar algunas risas a penas audibles. El
anciano, con una mueca que parecía ser una sonrisa, retomó la charla:
-Hablar de trabajo digno me parece una utopía,
o un fraude en un sistema como este. Quién dependa de alguien para tener el
derecho a trabajar me parece insoportable y de hecho todos lo soportamos, eso
es uno de los misterios de la vida- aseguró el experimentado escritor.
En un principio la charla
se centró en el trabajo de Constantino como editor y las transformaciones que
fue sufriendo: “Yo llegué a la editorial creyendo que el editor era, por
decirlo así, el que manejaba toda la orquesta. Con el tiempo descubrí que no es
así. Los comerciales son los que te dicen, si te has equivocado o no te has
equivocado. Yo creo que uno no tiene que hacerles caso y olvidarse de ellos
porque si no, no se convierte en un editor sino en un vende libros que es en lo
que el gremio se está convirtiendo. Me parece que globalmente el mundo de la
edición está siendo dominado por lo que denominaríamos la fuerza del mercado" expresó el gallego y preguntó: "¿Quién crea la necesidad de leer?”. En ese momento el auditorio se
quedó en completo silencio durante algunos segundos, ni Juan Ignacio, que
actualmente trabaja como editor, fue capaz de responderle. “Si
nos preguntamos cómo he llegado yo a este libro, pues descubriríamos de pronto
cómo funciona realmente el campo y la editorial”, agregó Bértolo.
Constantino tenía muy
claro lo que decía. Tuvo pocas interrupciones por parte de su compañero y hacía
chistes cada vez que podía, obteniendo una risa general por parte del público. Sus bromas tenían que ver con cosas que no le
gustaban del entorno editorial. “Un editor que tiene que leer un libro para
decidir si lo publica o no, pues es un editor fracasado. Por eso el trabajo
editorial es no leer, es decir, saber qué es lo que no se tiene que leer”, disparó el hombre.
Al final de la
conferencia el clima en el público cambió. El joven editor le preguntó
acerca de los escritores a lo que el histórico editor respondió: “Visto desde afuera yo
digo que una de las enfermedades de la literatura argentina es Borges. Al igual
que la literatura española que ha sufrido durante años la presencia del Quijote”
y más tarde detalló: “porque Borges se constituyó en un principio en lo que se
llama escribir bien, escribir tampoco creo que sea una gran valor hoy día. Y me
ha llamado la atención que autores como por ejemplo Ayra, que en realidad lo
que practica es una mala escritura, le va bien. Esto rompe un poco con la idea
de un genio que escribe”. Con esto, no se escucharon más risas. El público aplaudió luego de dar por finalizada la conferencia.
Hola, te devolví la nominación al Liebster :) http://palabrasachocolatadas.blogspot.com.es/2015/09/liebster-award-2.html
ResponderEliminarUn beso chocolatoso y gracias por nominarme aquel día.
Muchas gracias! Tenemos muchas nominaciones pendientes jaja... besotes
EliminarHola!
ResponderEliminarLa charla debió de ser muy interesante. Coincido con que lo peor que le puede pasar a una literatura es encumbrar demasiado una forma de escribir o de narrar porque eso deja poco espacio a las innovaciones o otras formas de entender la literatura. También me gustó esa idea, que yo también he visto mucho últimamente, de que quien manda en el mundo editorial es el comercial. Poco importa el valor de un libro sólo lo bien que se venda.
Un beso!