Con
el título de “Mitos del futuro próximo”, se desarrolló la séptima edición del
Festival Internacional de Literatura (Filba) donde se encontraron 18 escritores
del mundo y 50 autores locales. Aproximadamente 9.000 personas asistieron al
evento en Buenos Aires, que junto con Montevideo y Santiago de Chile, fueron
los lugares de encuentro.
Dicen que para leer se necesita de tranquilidad.
Quizás en eso pensaban los organizadores del Festival al elegir La Abadía de
Belgrano como uno de los puntos de reunión para la literatura. Este espacio
cultural estuvo abierto desde el 23 hasta el 29 de septiembre a escritores y
lectores que compartieron charlas y lecturas.
El festival literario del sábado 26 comenzó con una
clase abierta sobre “El fin del libro” a las once de la mañana. Sin embargo, fueron en los horarios
de las citas a la tarde donde acudieron más personas. Los organizadores, que
corrían para todos lados, se
chocaban entre sí a través de los estrechos pasillos de la Abadía, que sólo
dejaban lugar para que dos personas caminen juntas, y guiaban a los invitados
hacia las celdas, galerías y salas donde se llevaron a cabo las actividades
para ese día.
Uno de los lugares más frecuentados fue el nuevo
jardín que daba vista a las torres y el reloj de una antigua iglesia, ubicada
en la parte trasera. Allí, alrededor de diferentes plantas y estatuas, se
sentaron a leer tanto mujeres como
hombres. Los libros elegidos se encontraban en diferentes estados: algunos
más nuevos con tapas luminosas, hojas prolijas, blancas. Otros con hojas
amarillentas y títulos gastados que demostraban lo maltratados que estaban. Ambos formaban parte de la “Biblioteca abierta” de las galerías, que consistían
en cambiar un libro por otro. De uno de los estantes, que en realidad eran las
ventanas de la cafetería, una mujer con el cabello corto, castaño que
intentaban ocultar sus canas, cumplió con la consigna y se llevó un libro de
poesías por otro de cocina.
También estaba la posibilidad de comprar libros, que
en su mayoría pertenecían a los escritores locales e internacionales que
participaron en esa séptima edición. Entre ellos, expuesto en una gran mesada
al lado de otros libros en venta, se encontraba el de fantasía del chileno Mike
Wilson, que a las cinco de la tarde
participó en el panel de “Futuros fantásticos” junto con Mariana Enríquez y
Germán Maggiori, ambos autores locales.
La reunión se efectuó en un auditorio completamente
blanco que estaba decorado con estatuas de santos en las paredes. Los asientos,
que alargados y acomodados en filas dejaban espacio para veinte personas cada
uno, completaban la imagen parecida al interior de una iglesia. Sin embargo, se
efectuó una misa muy particular, porque cada escritor tenía su propia biblia,
escrita por ellos mismos. De a uno, comenzaron a leer un pedacito de sus obras.
Y como el tema de ese día, era la ciencia ficción y lo fantástico, los relatos
se parecían al apocalipsis. Al final, para cortar con lo fantasioso, terminaron
la reunión con realismo: “yo creo que confundimos la representación de algo
verosímil, con realismo y lo otro es algo más periodístico”, aseguró Mike. Mientras tanto, en el mismo horario, se realizó una entrevista
a la escritora internacional Sissel-Jo Gazan en la sala PB.
Otra de las actividades destacadas de ese día fue la
“Poesía delivery”. A partir de las seis de la tarde, tres poetas se instalaron
en las galerías para comenzar con su trabajo. Quienes pasaban por allí formaron
fila para obtener la poesía a pedido. “Una frase, una palabra o un nombre y te
llevas un poema con eso”, explicó el más joven de los tres, vestido de chaleco
negro y camisa blanca.
Dicen
que para leer, necesitas de tranquilidad y la gran biblioteca en
lo que por un tiempo se convirtió la Abadía, cumplió con eso el sábado. En
silencio y entre susurros, como fue durante toda la jornada, las personas se
despidieron del lugar luego del último evento a las once de la noche.
Hola, qué linda experiencia ^^
ResponderEliminar¡No pude ir, pero me hubiera encantado!
Saludos :)
La verdad una experiencia muy linda! Muchas gacias por pasarte. Un beso, nos leemos
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